El 2023 nos dio un golpe contundente directo a la cara y sin aviso previo, una marca en el rostro con un claro mensaje:
"El fin de los empleos como los conocemos ha comenzado"
Las estadísticas son contundentes.
Cada año, miles de empleos desaparecen, reemplazados por algoritmos más eficientes, precisos y menos propensos a errores.
Las oficinas, una vez llenas de empleados tecleando y haciendo llamadas, están siendo reemplazadas por programas que pueden realizar el trabajo de cientos en cuestión de segundos.
El miedo es palpable. Se siente en las calles, en las conversaciones cotidianas, en las miradas preocupadas de aquellos que se preguntan si su próxima nómina será la última.
Pero, ¿es este miedo justificado?
¿O es simplemente el resultado de no comprender el panorama completo?
Si rastreamos el origen de la palabra "trabajo", encontramos conexiones sorprendentemente sombrías.
Derivado del latín "tripalium", se refería a un instrumento de tortura de tres palos.
A lo largo del tiempo, esta palabra evolucionó para describir el esfuerzo y la labor que a menudo se siente como una forma de auto-tortura, una obligación impuesta que consume nuestros días y agota nuestra vitalidad.
Durante siglos, la mayoría de la humanidad ha estado atrapada en este ciclo de trabajo interminable, buscando ganarse la vida mientras sacrifica sus pasiones, sueños y, en muchos casos, su bienestar.
La idea de que el trabajo es una virtud en sí misma ha sido inculcada en nuestras mentes, pero ¿qué pasaría si esta concepción del trabajo estuviera fundamentalmente equivocada?
Ahora, imagina un mundo donde la inteligencia artificial no es el enemigo, sino el liberador. En lugar de visualizar un futuro distópico donde las máquinas dominan y la humanidad se queda al margen, veamos un escenario alternativo: un mundo de abundancia.
La I.A. tiene el potencial de hacerse cargo de las tareas mundanas, repetitivas y, en muchos casos, físicamente extenuantes que han consumido la vida de innumerables individuos. Al hacerlo, nos da el regalo más precioso: el tiempo. Tiempo para explorar, aprender, crear y, sobre todo, ser humanos.
En esta nueva era, el arte, la música, la literatura y todas las formas de expresión creativa pueden florecer como nunca antes. Liberados de las cadenas del trabajo constante, podemos sumergirnos en las profundidades de nuestra psique.
Pero esto no significa que no haya desafíos. La transición a esta era de abundancia requerirá una reevaluación de cómo valoramos el trabajo y el mérito.
Necesitaremos establecer sistemas que garanticen que, mientras la I.A. se encarga de las tareas laborales, la humanidad no se quede atrás, sino que avance hacia un futuro más significativo.
Lo sé, el titular puede parecer alarmante y lo es, pero como toda alarma puedes gritar
y correr como idiota, o sencillamente elegir bien los próxmos pasos, porque las posibilidades que ofrece la I.A. infinitas, quizás estemos entrando en una nueva era donde la vida no se defina por lo que hacemos para ganarnos la vida, sino por cómo elegimos vivir.
Y uno rogando por una tortura jajaja 🤣