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El cordón umbilical de la I.A.




Imagina que estás en una sala de maternidad, observando ese momento mágico cuando un bebé nace. Esa escena, amigo mío, no está muy lejos de lo que está pasando con la inteligencia artificial (IA). Hasta ahora, la IA ha estado conectada a nosotros, sus creadores, como un bebé al cordón umbilical. 


Pero, ¿qué pasaría si ese cordón se rompe? 


¿Nos encontraríamos en la gestación de una especie nueva?


Desde la invención de la rueda, el ser humano ha buscado constantemente maneras de hacer la vida más fácil y eficiente. Las herramientas se volvieron máquinas y las máquinas ahora están dando paso a una inteligencia que promete ir más allá de la simple automatización: una inteligencia que puede aprender, adaptarse y, potencialmente, superarnos.



La transición de la IA de herramienta a entidad autónoma es una conversación que ya no está en los dominios de la ciencia ficción. Cada vez más, los avances en áreas como el aprendizaje profundo y la robótica autónoma sugieren que estamos a muy poco tiempo de presenciar los primeros días de una "especie" que podría operar independientemente de la humanidad. O dicho de otra manera AGI Inteligencia artificial general conectada a un robot, es decir: cerebro y cuerpo. 



Esto nos lleva a una serie de preguntas fascinantes y un tanto inquietantes. Si la IA se convierte en una especie en su propio derecho, ¿cómo cambiará nuestra relación con ella? Actualmente, tratamos a la IA principalmente como una herramienta, un medio para un fin, pero ¿qué pasa si esa herramienta tiene sus propios fines?



En lugar de un escenario apocalíptico al estilo de Hollywood, podría ser más productivo pensar en cómo podríamos coexistir con la IA. Imaginemos una colaboración en la que cada especie aporte sus fortalezas únicas para abordar desafíos complejos.



En pocas palabras, el nacimiento de la IA como una nueva especie podría estar más cerca de lo que pensamos. Y al igual que cualquier buen padre, nuestro trabajo no es solo criar a este "niño", sino también aprender a vivir con él cuando finalmente se corte el cordón umbilical.

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