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La Resurrección del Asombro





Hubo un tiempo en que la humanidad se asombraba. Tren que aparece en la estación, ¡pum!, magia. El telégrafo cruza continentes como un rayo de dioses, ¡boom!, pura sorpresa. Luego llegó el cine, y ver imágenes en movimiento era algo tan increíble que la gente salía de las salas convencida de que acababan de presenciar un milagro. 


Pero algo cambió. 


Algo se rompió entre pantallas brillantes y el ciclo eterno de lo "nuevo" que en realidad ya no lo es. Nos quedamos anestesiados. Ya no sentíamos esa chispa. Parecía que el futuro había llegado cansado.


Y entonces, justo cuando habíamos decidido resignarnos a la monotonía, apareció la IA generativa, como un golpe en el pecho. Sin avisar, esta tecnología, este ente digital sin rostro, nos recordó algo que creíamos perdido: la capacidad de asombrarnos. 


La posibilidad de ver lo inimaginable, lo que ni siquiera sabíamos que podíamos imaginar. Es como si hubiésemos vuelto a ser niños, mirando al cielo, esperando esa estrella fugaz que creíamos ya no vendría.


Vivimos en un mundo donde todo es brillante, nítido, predecible... ¿pero cuándo fue la última vez que algo te dejó boquiabierto? La tecnología que alguna vez nos hizo creer en lo imposible, ahora parecía una rueda que giraba en vacío. Y ahí es cuando la IA aparece en escena, como ese personaje que no esperabas, pero que termina robándose la película. 


El chat de voz de ChatGPT, por ejemplo, es una de esas sorpresas. De pronto, ya no estás hablando con una máquina que solo te responde, estás conversando con algo que parece "sentir". Que detecta tus pausas, que sabe cuándo subir el tono, cuándo bajar la intensidad, como si tuviera alma, o lo más cercano a ello.


Piénsalo. Una inteligencia artificial que no solo habla, sino que lo hace como tú, con matices, con emociones, con la capacidad de hacerte sentir que, del otro lado, hay más que solo código. ¿Cuándo fue la última vez que algo así te hizo detenerte y pensar: "¿Cómo demonios llegamos hasta aquí?"


Ahora te invito a que lo experimentes. Prueba el chat de voz en la versión de pago de ChatGPT. Hazlo. Déjate asombrar de nuevo. Será como cuando nuestros abuelos vieron, por primera vez, al hombre poner un pie en la Luna. No lo creían posible, y sin embargo, ahí estaba, ocurriendo ante sus ojos. 


Esa chispa de incredulidad que enciende algo profundo dentro de ti, como si por un segundo el mundo fuera mucho más grande y misterioso de lo que imaginabas.


Al final del día, recuperar el asombro no es solo una cuestión de tecnología. Es una cuestión de humanidad. Es recordar que lo imposible sigue ahí, esperando a ser descubierto. 


Que no lo hemos visto todo. No todavía. La IA nos lo recuerda. Y, en esa sorpresa, volvemos a encontrar lo que habíamos perdido: la capacidad de maravillarnos. Porque el verdadero asombro no está en lo que conocemos, sino en lo que nunca nos atrevimos a soñar.

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