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¿Realidad aumentada o desigualdad aumentada?



Mientras el mundo se deslumbra con el estreno de los VR Quest 3 de Meta, y todos esperamos ansiosos la llegada de los Reality Pro de Apple para fin de año, una preocupación profunda se gesta en nuestro inconsciente, la tarea pendiente más antigua de la condición humana: la desigualdad.


Piénsalo por un momento: el metaverso, ese universo digital que promete ser la próxima gran revolución, parece un sueño hecho realidad. Un espacio donde "todos" podemos ser quienes queramos, donde las limitaciones físicas desaparecen y las posibilidades son infinitas.



Pero, ¿qué pasa cuando "todos" se convierte en un "algunos"?



Cuando el ticket de entrada al metaverso es un par de gafas que cuestan más que el salario mensual de muchas personas, ¿no estamos, de hecho, creando un nuevo tipo de elitismo?


Imagina por un momento un parque de atracciones. Es vasto, lleno de montañas rusas, carruseles y casas del terror. Todos quieren entrar, pero no todos pueden permitirse el precio de la entrada. Los VR Quest 3 y el próximo Reality Pro son, en muchos aspectos, como esos boletos dorados que sólo unos pocos afortunados pueden tener en sus manos. Mientras algunos se sumergen en mundos virtuales, experimentando maravillas más allá de la imaginación, otros se quedan fuera, pegados al cristal, deseando participar.


Y sí, soy un ferviente fan del metaverso. Me emociona la idea de conectarme con amigos en un espacio virtual, de experimentar mundos y realidades que nunca pensé posibles. Pero también soy consciente de que, mientras nos adentramos en este nuevo universo digital, corremos el riesgo de olvidar el mundo material, con sus desafíos y desigualdades.

Porque la tecnología, por muy avanzada que sea, no debe ser un privilegio, sino una herramienta para todos. Debería ser un medio para unirnos, no para separarnos.


Y mientras celebramos los avances y las maravillas de la realidad aumentada, no debemos olvidar que nuestra realidad tangible, el mundo que tocamos y vivimos cada día, también necesita atención.

Así que, mientras espero ansioso la llegada del Reality Pro, y ahorro para mis Quest 3, también espero que, como sociedad, encontremos formas de hacer que estas maravillas tecnológicas sean accesibles para todos.


Porque un metaverso dividido no es un metaverso en absoluto, es simplemente otra manifestación de la desigualdad del mundo real.


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